“¿Un hueco o un cable?”

No escribía, garabateaba letras de dudosa procedencia. Una disociación literaria, eso era. Una forma de escapar, pero encerrado…

Prisionero de las palabras.

Si tan solo fuese capaz de abstraerse, torcer el rumbo de sus tormentas y forzar un nuevo punto de vista. Pero se pierde y todo vuelve a ser nada.

Y no deja de preguntarse si lo que está al frente de su cara es un hueco o un cable. Pero en cinco minutos se preguntará otra cosa y otra en otros pocos minutos más y así no termina y no deja de empezar. Nunca deja de empezar.

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